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Abraham

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1.  Dios llama a Abram. Génesis 12, 1-8.

Pasaron muchos años desde que los hombres abandonaron la torre de Babel. Desde entonces, se multiplicaron y tuvieron muchos hijos. De entre todos, Dios eligió a uno: Abram, con su mujer, Saray, oriundos de la ciudad de Ur, en Caldea.

Estando en la ciudad de Jarán, Dios llamó a Abram y le dijo:
-    Sal de tu tierra y de tu patria. Yo haré de ti padre de un gran pueblo que bendeciré. Por ti, serán benditas todas las naciones familias de la tierra.
Abram confió en la palabra de Dios, y dejó su tierra en compañía de su familia, sus ganados y de la familia de Lot, su sobrino. Cuando pasó por la tierra de Canaán, Dios prometió que daría esa tierra a los hijos de sus hijos. Y, aunque Abram no tenía hijos, volvió a confiar en la palabra de Dios.

2.  Viaje de Abraham. Génesis 14, 12-20; 17, 1-7.

Abram se quedó en las tierras de Canaán y Lot se estableció en el valle del río Jordán. Pero Lot fue apresado por cuatro reyes de pueblos vecinos. Cuando Abram supo que había caído prisionero fue a liberarlo.
Años más tarde, Dios se apareció a Abram y le dijo:
-   Serás padre de un gran pueblo.
Pero Abram respondió:
-   Mi Dios, si no tengo hijos.
- Levanta tus ojos al cielo y cuenta las estrellas – dijo Dios-. Así será tu descendencia.
Y Dios cambió el nombre de Abram por el de Abraham, que quiere decir “padre de muchos pueblos”, pues de Abraham iban a surgir naciones y reyes. Y el de Saray por Sara.

3.  Sodoma y Gomorra. Génesis 18, 16-33; 19, 19-29.

Un día el Señor anunció a Abraham que iba a destruir la ciudad de Sodoma porque sus habitantes solo hacían cosas malas. 
Al oír la noticia, Abraham sintió mucha pena, pues en Sodoma vivía Lot con su familia.
-  Dios, Tú que eres justo, ¿no salvarías la ciudad si en ella hubiera diez hombres justos?
Y Dios dijo que sí la salvaría. Sin embargo, en toda Sodoma no había ni siquiera diez personas buenas. Antes de destruir la ciudad, Dios mandó a dos mensajeros a buscar a Lot y a su familia.
-   Salid de la ciudad – dijo uno de los enviados-. Y no miréis atrás.
Lot y su familia huyeron a una ciudad vecina. Mientras avanzaban, una lluvia de azufre y fuego caía sobre Sodoma y Gomorra. Pero la mujer de Lot desoyó las palabras del enviado de Dios y se volvió para mirar atrás. Al instante, se convirtió en una estatua de sal.

4.  Nacimiento de Isaac. Génesis 18, 1-15; 21, 1-7.

Abraham seguía sin tener hijos. Un caluroso día, estaba Abraham en el encinar de Mambré cuando vio llegar a tres hombres. Eran enviados de Dios.
-    Dentro de un año volveremos y para entonces tendréis un hijo —le anunció uno de ellos. Pero Sara, la mujer de Abraham, dudó y se rió.
Pasaron los meses y, en el tiempo anunciado por los enviados de Dios, Abraham y Sara, que ya eran muy ancianos, tuvieron un hijo.
Dios me ha hecho reír, y todos los que lo oigan reirán conmigo —dijo Sara.
Y al niño le pusieron por nombre Isaac, que quiere decir «sonrisa de Dios».     
Abraham y Sara dieron muchas gracias a Dios y celebraron una gran fiesta.  
Y Dios eligió a Isaac para que fuera el padre del gran pueblo que había prometido a Abraham.

5.  El sacrificio de Isaac. Génesis 22, 1-19.

Sara y Abraham veían crecer a Isaac día a día. Y se sentían felices. Pero Dios llamó a Abraham y le hizo esta petición:
-    Toma a tu hijo único, a Isaac, y ofrécemelo en sacrificio.
Abraham se entristeció, pero no dudó en obedecer a Dios. Caminó con su hijo hasta el lugar que Dios le había indicado. Isaac cargaba con la leña. Abraham llevaba el fuego y el cuchillo. De pronto, Isaac preguntó a su padre:
-    Papá, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?
-    Dios dirá —dijo Abraham.
Al llegar a la cima del monte, Abraham ató al niño sobre un altar de piedra y tomó el cuchillo para matarle. Pero, cuando estaba a punto de hacerlo, un ángel de Dios le gritó:
-    ¡Abraham, detente! Ahora ya sé que tu fe es muy grande y que siempre serás fiel a Dios. 
Abraham, muy contento, desató a su hijo y, al levantar la vista, descubrió un cordero atrapado en unas matas. Agradecido, lo puso en el altar y se lo ofreció a Dios.

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