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Adán y Eva

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1.  En el Paraíso terrenal. Génesis 2, 17-18.

Dios hizo brotar todo tipo de árboles hermosos y llenos de frutos que se podían comer. Un caudaloso río cruzaba el Paraíso y proporcionaba agua. No había un solo rincón del Paraíso que no fuera de una belleza extraordinaria. Además, Adán y Eva tenían al alcance de su mano todo lo que necesitaban. 
Pero había algo que no debían tomar. Era algo que Dios les había advertido: 
-    Podéis comer de todos los árboles del Paraíso. De todos... menos de uno: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Si lo hacéis, moriréis - advirtió Dios, porque sabía que el fruto de ese árbol podía hacerles daño.

2.  El primer pecado del hombre. Génesis 3, 1-17.

De entre todos los animales que hacían compañía a Adán y a Eva en el Paraíso, había uno especialmente astuto: la serpiente.

La serpiente se acercó a Eva y le preguntó:
-    ¿Así que Dios os ha prohibido tomar el fruto de los árboles? 
-  No - explicó Eva -. Podemos comer de todos los árboles, menos de uno. Si lo hacemos, moriremos.
-  Comer de ese árbol no os hará mal; al contrario, nada más tomar su fruto aprenderéis muchas cosas y seréis como un dios, sin Dios - respondió la serpiente. 
Entonces Eva miró fijamente al árbol. En verdad, era hermoso. ¡Y qué frutos más apetecibles tenía! Eva no se lo pensó más; arrancó uno de los frutos prohibidos y comió, y luego le ofreció un poco a Adán.
Nada más comer, se les abrieron los ojos y, fruto de su pecado, empezaron a verlo todo de otra manera. Se vieron desnudos y, por primera vez, les dio mucha vergüenza. Y se cubrieron.

3.  Encuentro con Dios después del pecado. Génesis 3, 8-21.

Al caer la tarde, Dios bajó a pasear. Al verlo, Adán y Eva se escondieron entre los árboles.
Pero Dios llamó a Adán. 
-    Estoy aquí - respondió Adán -. Solo que me escondí porque estaba desnudo. 
-   ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? - preguntó Dios -. ¿Acaso has tomado la fruta del árbol que te prohibí comer?
-    Eva me la dio - dijo Adán.
-    La serpiente me la dio —dijo Eva. 
Entonces el Señor maldijo a la serpiente y le anunció: 
-    A partir de ahora, serpiente, te arrastrarás por el suelo.  
A Eva le advirtió que, como consecuencia de su pecado, daría a luz a sus hijos con dolor. Y a Adán le anunció que, desde entonces, comería el pan con el sudor de su frente, es decir, tendría que trabajar para comer.
Luego hizo unas túnicas de piel, y vistió a Adán y a Eva con ellas.

4.  La marcha del Paraíso. Génesis 3, 23-24;4, 1-3.

Adán y Eva abandonaron el jardín del Edén, y, un tiempo después, tuvieron un hijo, al que pusieron de nombre Caín.
-    Dios me ha regalado un hijo - dijo Eva.
Pero no fue el único. Poco tiempo después, Adán y Eva tuvieron otro hijo, al que llamaron Abel.

Caín fue labrador y trabajó la tierra. Abel fue pastor y cuidó los rebaños. Y los dos le presentaban a Dios lo que tenían y se lo daban; eran las ofrendas. Con ellas se dirigían a Él y le mostraban su respeto y veneración.

5.  Caín mata a Abel. Génesis 4, 4-8.

Caín presentó como ofrenda a Dios los frutos del suelo. Mientras tanto, Abel se esforzó en ofrecerle su mejor cordero. Dios aceptó entonces la ofrenda de Abel y apenas reparó en la de Caín. Y eso enfureció a Caín. 
Caín sentía envidia de la atención que había despertado Abel en Dios, y Dios le advirtió para que cambiara. Pero Caín desoyó a Dios y, en vez de portarse bien, urdió un plan. 
Invitó a su hermano a ir juntos al campo y, una vez allí, mató a su hermano Abel.

6.  Dios y Caín. Génesis 4, 9-16.

Después de que Caín matara a su hermano Abel, Dios salió a su encuentro y le preguntó:
-    Caín, ¿dónde está tu hermano?
-    No lo sé – respondió Caín, intentando ocultar el delito-. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?
Entonces Dios le preguntó:
-   ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está clamando desde la tierra después de que tú la derramaras. A partir de ahora, abandonarás la tierra de tus padres y errarás sin rumbo por el mundo.
-    Mi culpa es demasiado grande para soportarla – dijo Caín -. Además, el que me encuentre, me querrá matar por lo que he hecho.
Pero Dios puso una señal en Caín para que nadie le hiciera daño.

7.  Crecen los habitantes de la tierra. Génesis 5; 6, 1-7.

Además de Caín y Abel, Adán y Eva tuvieron un tercer hijo, que se llamó Set. Y después, más hijos e hijas.
Set tuvo muchos hijos e hijas, y Enos, el hijo mayor de Set y nieto de Adán y Eva, también.

Y Quenán, el hijo mayor de Enos, nieto de Set y bisnieto de Adán y Eva, también tuvo muchos hijos e hijas, y nietos y nietas, e incluso un descendiente llamado Matusalén, que fue el hombre que más tiempo vivió sobre la tierra: novecientos sesenta y nueve años.
Y así, entre todos, fueron poblando la tierra.
Pero, con el paso del tiempo, comenzaron a olvidarse de Dios y el mal creció en sus corazones. Dios se entristeció al verlo y se arrepintió de haber creado al hombre.

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