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Domingo de Ramos

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1.  Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Mateo 21, 1-9.

Cuando ya estaban cerca del "Monte de los Olivos", Jesús dijo a dos de sus discípulos: 
—    Id a la aldea de enfrente. Allí encontraréis un asna atada y un pollino con ella. Decid a su dueño que el Señor los necesita, pero enseguida los devolverá. 
Los discípulos fueron y trajeron los animales. Así, montado en la asna y con el pollino al lado, Jesús entró en Jerusalén tal como había anunciado el profeta: «Jerusalén, mira a tu rey, que viene a ti, humilde y sentado en un asna y un pollino». 
Cuando la gente supo de su llegada, salió a recibirlo. Extendieron sus mantos por el camino y lo cubrieron de ramas de olivo y palmeras. Y todos gritaban:
—    iHosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

2.  Llanto sobre Jerusalén. Lucas 19, 39-44.
La gente no dejaba de gritar:
—   ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Y algunos fariseos dijeron a Jesús que mandara callar a la gente. Pero Jesús respondió:
—   Si ellos callan, gritarán las piedras.

Cuando llegó a Jerusalén, Jesús contempló la ciudad desde lo alto y lloró por ella, y las desgracias que iban a suceder.
—   ¡Si tú supieras los caminos que llevan a la paz!
Pero tus ojos siguen cerrados. No has querido verlo. Y ahora, llegará un día en que tus enemigos te rodearán y te asaltarán por todas partes. Destrozarán el Templo y todas las casas. Y no dejarán piedra sobre piedra.

3.  Expulsión de los mercaderes del templo. Mateo 21, 10-16. Juan 2, 14-22.
Jesús fue al Templo con sus discípulos. Al llegar allí se encontró a los cambistas en el atrio del Templo que vendían ovejas, palomas y bueyes.

Habían convertido el Templo en un mercado.
Jesús, al ver aquello, hizo un látigo con cuerdas y echó a todos del Templo. Tiró al suelo las monedas, volcó las mesas, y a los vendedores les dijo:
—  La casa de mi Padre es una Casa de oración. No la convirtáis en una cueva de bandidos.
Entonces los cuidadores del templo le preguntaron:
—   ¿Quién eres tú para hacer esto?
—   Destruid este templo y en tres días volveré a levantarlo —dijo Jesús en respuesta. 
Los judíos no lo entendieron. Creían que se refería al edificio del Templo. Pero Jesús estaba hablando de su propio cuerpo, que resucitaría a los tres días.

 

4.  Resumen de los mandamientos. Marcos 12, 28-34.    
Cuando Jesús se quedó solo, se le acercó un escriba. Había oído su respuesta a todas las preguntas que le habían hecho con mala intención y se había quedado admirado con sus sabias respuestas, así que quiso preguntarle: 
—    Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal? 
Jesús respondió:  
«El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que estos». 
El escriba se alegró al oír la contestación y dijo:
—    Es verdad que Dios es único y que no hay otro fuera de Él, y que amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a uno mismo vale más que cualquier ofrenda o sacrificio.
—    Lo has comprendido bien —dijo Jesucristo—. No estás lejos del Reino de Dios.

5.  Conspiración contra Jesús. Mateo 25, 31-46; 26, 1-5.     
Cuando terminó de hablar del juicio final, Jesús dijo a sus discípulos:
—  Solo faltan dos días para la fiesta de la Pascua. Entonces el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado. 
Los apóstoles no acababan de comprender lo que Cristo les estaba anunciando, y se entristecieron. 

Mientras tanto, los sacerdotes y los ancianos se reunieron con Caifás, Sumo Sacerdote de los judíos, y se pusieron de acuerdo para prender a Jesús con engaño y matarlo.

Comentaban, sin embargo:
—    «Durante la fiesta de Pascua no, para que el pueblo no se alborote». 

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