Acercamiento a la Biblia
Nacimiento de Jesús
1. El anuncio del precursor. Lucas 1, 1-25
En tiempos del rey Herodes vivía un sacerdote llamado Zacarías.
Zacarías y su esposa Isabel deseaban tener hijos, pero eran ya mayores y no habían podido tener descendencia. Un día, estando Zacarías en el templo, se le apareció un ángel le dijo:
– No temas, Zacarías. Vengo de parte de Dios. Él ha escuchado tu petición y para Él nada es imposible. Isabel y tú tendréis un hijo que llamaréis Juan. Él será quien prepare la llegada del Mesías, del Hijo de Dios.
– Pero eso es imposible; nosotros somos ya mayores —dijo Zacarías incrédulo.
Por no haber creído mis palabras, que se cumplirán a su tiempo, vas a quedar mudo, y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas —respondió el ángel.
La gente que veía Zacarías salir mudo del templo comentaba:
– Algo extraordinario le ha sucedido a Zacarías.
2. La Anunciación a María. Lucas 1, 26-38
Seis meses más tarde, Dios envió al arcángel San Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. Allí vivía María, una joven que iba a casarse con José.
– Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo —saludó el ángel a María.
Ella se sorprendió, extrañada de las palabras del ángel.
– No temas, María —continuó diciendo—. Dentro de poco concebirás un hijo y lo llamarás Jesús.
– ¿Cómo puede ser, si no conozco varón? —respondió María.
– El Espíritu Santo lo hará nacer en tu seno —aclaró el ángel—. Y ese hijo será Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, y reinará en el trono de David para siempre. Recuerda que para Dios nada es imposible. Tu prima Isabel, ya mayor, está esperando un hijo.
María contestó entonces:
– Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Y en las entrañas de la Virgen María empezó a crecer el Hijo de Dios.
3. Las dudas de José. Mateo 1, 18-23
Cuando José supo que su prometida, su novia, estaba esperando un hijo, se quedó asombrado. No entendía semejante misterio y pensó que lo mejor sería dejar a María.
Después de tomar esta decisión, se quedó dormido, y un ángel se le apareció en sueños.
— José, no tengas reparos en casarte con María. El hijo que lleva en su vientre ha sido engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo.
Todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que había anunciado el profeta: «Una virgen tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir “Dios con nosotros”».
Cuando despertó del sueño, José recibió en su casa a María, y desde ese instante dedicó toda su vida a la misión que Dios le encargaba: cuidar de la Virgen María y de su Hijo, Jesucristo, el Mesías.
4. La visita de la Virgen María a su prima santa Isabel. Lucas 1, 39-56
Al enterarse de que su prima Isabel estaba embarazada, la Virgen María fue a visitarla. Nada más saludar a su prima, Isabel notó cómo el bebé que esperaba saltaba de alegría en su seno.
Isabel abrazó a María y entonces se llenó del Espíritu Santo y le dijo a María:
– ¡María, bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! —y la llamó «bienaventurada», dichosa, porque había creído lo que el arcángel le había dicho de parte de Dios y ahora todo aquello se iba a cumplir.
Entonces María cantó a Dios diciendo:
– Mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque se ha fijado en mí, que solo soy una humilde sierva suya. Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque Dios ha hecho en mí cosas grandes.
Después de tres meses, María regresó a casa.
5. El nacimiento de san Juan Bautista. Lucas 1, 57-80
Cuando llegó la hora, Isabel dio a luz a un niño. Sus vecinos y parientes, al enterarse, se alegraron mucho. A los pocos días, sus padres llevaron al niño al Templo. Los sacerdotes querían ponerle por nombre Zacarías, como su padre. Pero Isabel dijo:
— No. Tiene que llamarse Juan.
— Pero no hay nadie en la familia que se llame así —le dijeron.
Entonces preguntaron a su padre, Zacarías, que aún seguía mudo. Zacarías pidió una tablilla y escribió en ella: «Juan es su nombre».
En ese mismo instante recuperó el habla. Sus primeras palabras fueron para alabar a Dios.
— Bendito sea Dios, que ha visitado a su pueblo —dijo, y luego, dirigiéndose a su hijo—: Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo. Irás delante del Señor para preparar los caminos y anunciar la salvación por el perdón de los pecados.
6. El nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Lucas 2, 1-17
En tiempos de María y José, el emperador César Augusto ordenó que todos los habitantes del imperio fueran cada uno a la ciudad donde habían nacido, procedía, su familia para empadronarse.
María y José fueron desde Nazaret hasta Belén, lugar donde había nacido el rey de David, pues José era pariente del rey y tenían que apuntarse allí.
Estaban en Belén cuando le llegó a María la hora del parto. Como no habían encontrado sitio en ninguna posada, José arregló un establo de animales en las afueras de la ciudad y allí la Virgen María dio a luz al Hijo de Dios, en un pesebre.
En el silencio de la noche nació Jesús, María lo envolvió en pañales y lo recostó entre las pajas. Después, José y María adoraron al Niño Dios.
7. La adoración de los pastores. Lucas 2, 1-20
Al poco tiempo, José oyó unas voces fuera del pesebre. Cuando salió a mirar, se encontró con unos pastores que preguntaban por un niño envuelto en pañales.
— Estábamos durmiendo cuando un ángel nos despertó —explicó uno de los pastores—. Nos dijo que acababa de nacer en Belén el Mesías, el Señor, y que lo encontraríamos en un pesebre, envuelto en pañales. Hemos venido a adorarle.
Los pastores adoraron al Niño, que María acunaba en sus brazos.
Mientras tanto, en el silencio de la noche resonaba el cántico de los mismos ángeles que habían escuchado los pastores:
– "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra paz a los hombres de buena voluntad".
Los pastores volvieron felices a cuidar a sus rebaños mientras daban gracias a Dios por todo lo que habían visto y oído.
8. La presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén. Lucas 2, 22-38
Según la Ley, todo varón primogénito será consagrado al Señor, y José y María cumplieron con la Ley y llevaron a Jesús recién nacido al templo.
Al llegar, los recibió un anciano sacerdote llamado Simeón. Hacía tiempo, el Espíritu Santo le había anunciado que vería al Mesías antes de morir. Nada más ver a Jesús en brazos de sus padres, Simeón se dio cuenta de que era Él. Lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
– "Ahora, Señor, ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto al Salvador, la luz que ilumina el mundo".
Su padre y su madre estaban admirados de todo lo que decían de Él. Y Simeón anunció a la Virgen que sufriría, aunque su dolor sería para el bien de muchos.
9. Los Magos de oriente llegan a Jerusalén. Mateo 2, 1-8
Un día, tres Magos que vivían en Oriente vieron en el cielo una estrella especial.
– ¿Querrá Dios indicarnos algo? —se preguntaron.
Volvieron a contemplar la estrella y se dieron cuenta de que era el anuncio de que había nacido el Mesías; y decidieron ir a adorarlo.
Después de un largo y arriesgado viaje llegaron a Jerusalén. En ese momento, la estrella se perdió en el horizonte. Los Magos preguntaron:
– ¿Dónde está el Rey, el Mesías, que acaba de nacer?
Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo.
La noticia llegó a oídos del rey Herodes. Preocupado, llamó a todos los expertos en la Ley y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
– En Belén —le respondieron.
Y Herodes llamó a los Magos y los envió a Belén con este encargo:
– Buscad a ese niño. Y cuando lo encontréis, avisadme, que yo también iré a adorarlo.
Pero el rey Herodes quería engañarles. Su verdadera intención era matar a Jesús.
10. Los Magos de oriente adoran al Niño Dios. Mateo 2, 9-12
Después de hablar con Herodes, los Magos fueron camino de Belén.
De nuevo volvió a brillar la estrella que les había traído desde Oriente. Al verla, se llenaron de alegría, y la estrella los guió hasta donde estaba la Sagrada Familia. Una vez allí, se paró. Los Magos entraron y vieron al Niño en brazos de María, y a José a su lado. Se arrodillaron y adoraron a Jesús. Habían reconocido al Niño Dios, el Salvador del mundo.
Después, abrieron los cofres que traían como regalo. En ellos había oro, incienso y mirra.
Esa noche, en sueños, unos ángeles les advirtieron que no dijeran nada a Herodes.
Los Magos hicieron caso a los ángeles y, felices por haber visto al Salvador, volvieron a su tierra sin pasar por Jerusalén.
11. La huida a Egipto de Jesús, María y José. Mateo 2, 13-18
Cuando se marcharon los Magos, un ángel se apareció a José en sueños y le dijo:
– Levántate, toma a Jesús y a María, y huye a Egipto, porque Herodes quiere matar al Niño. Ya te avisaré cuando puedas regresar.
José se levantó y, en medio de la noche, tomó a la Virgen y al Niño, los subió a lomos de una borrica y empezó con ellos el largo viaje hacia Egipto.
Cuando Herodes se enteró de que los Magos habían vuelto a su tierra sin informarle de dónde estaba el Niño, se enfureció. Entonces mandó matar a todos los niños de Belén que tuvieran menos de dos años.
12. El regreso a Nazaret de Jesús, María y José. Mateo 2, 18-23
A los pocos años murió Herodes. Entonces, el ángel del Señor volvió a aparecerse en sueños a José, que seguía en Egipto, y le dijo:
– Levántate, toma al Niño y a María y vuelve a la tierra de Israel, porque ha muerto Herodes.
José se levantó, tomó al Niño y a María y regresó a Israel. Cuando ya estaba cerca de Belén, se enteró de que ahora reinaba ahí el hijo de Herodes y prefirió no quedarse en Jerusalén.
Entonces fue a la región de Galilea, y toda la familia se instaló en la ciudad de Nazaret.
Allí, José trabajó como carpintero.
El Niño Jesús ayudaba en el trabajo y en la casa a José y a María, y crecía feliz y lleno de sabiduría.
13. Jesús perdido y hallado en el Templo de Jerusalén. Lucas 2, 40-52.
Cuando Jesús tenía doce años, fue, como cada año, a Jerusalén con sus padres a celebrar la fiesta de la Pascua. En el camino de vuelta a Nazaret, María y José se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos ni tampoco con sus parientes, tal y como creían. De modo que volvieron a Jerusalén.
Durante tres días buscaron a Jesús. Por fin lo encontraron en el Templo. Estaba hablando con los maestros de la Ley, y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas.
Al verlo, su madre le dijo:
- Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Estábamos muy preocupados. Te hemos estado buscando.
- ¿No sabías que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre Dios? - les recordó Jesús, y después regresó con ellos a Nazaret.
María meditaba y conservaba cuidadosamente todas las cosas sucedidas en su corazón.