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Sansón

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1.  El pueblo se aparta de Dios. Josué 2, 11-19
Después de llegar a la tierra prometida y de ocupar cada tribu su territorio, los israelitas dejaron de estar unidos. 
Ya no era como antes, cuando estaban todos juntos. Ya no se acordaban de las maravillas que había hecho Dios con ellos. Entonces comenzaron a hacer el mal a los ojos de Dios. Algunos empezaron a adorar a los dioses falsos de los pueblos vecinos: a Baal, a Astarte... 
Y al haberse alejado de Dios, recibieron el ataque de los otros pueblos, que, una y otra vez, les declaraban la guerra. 
Para librarles de esos ataques, Dios hizo que se crearan los jueces. Dios estaba con los jueces, ayudándoles a guiar al pueblo en los momentos difíciles. Pero cuando moría el juez, los israelitas volvían a obrar mal y seguían adorando a dioses falsos.

2.  Nacimiento y primeras hazañas de Sansón. Jueces 13, 1-24; 14, 1-6
Los israelitas pudieron disfrutar de unos años de paz. Pero, una vez más, volvieron a obrar mal y cayeron bajo el poder de otro pueblo, los filisteos. 
En esa época, en la tribu de Dan vivía un matrimonio que soñaba con tener un hijo sin conseguirlo. Hasta que un día, un ángel de Dios se le apareció a la mujer y le anunció que al año siguiente sería madre. 
—  Ese niño estará consagrado a Dios y, como tal, no le cortarás el pelo. Él será quien empiece a salvar a Israel del poder de los filisteos —le advirtió el ángel.
Un año después, nació un niño grande y fuerte al que llamaron Sansón. Tan fuerte era que, siendo mayor, se encontró con un león y se enfrentó a él. Sansón le abrió la boca con sus manos y lo mató.

3.  Sansón y sus luchas contra los filisteos. Jueces 15, 1-20
En muchas ocasiones, Sansón empleó su fuerza para enfrentarse a los enemigos de los israelitas, los filisteos.

Un día cazó trescientas zorras y las ató de dos en dos por la cola. En la unión de sus colas colocó una tea. Luego encendió todas las teas y soltó a las zorras por todos los campos de los filisteos. Así se quemaron muchas cosechas y olivos y viñedos.
Pero algunos judíos tuvieron miedo.
—  ¿No sabes que estamos en manos de los filisteos? Ahora, por tu culpa, estarán muy enfadados —le dijeron a Sansón, y lo ataron con cuerdas. Sansón se dejó apresar porque juraron que no lo matarían, y que solo lo entregarían a los filisteos para apaciguarlos. 
Cuando Sansón estuvo ante los filisteos, rompió las cuerdas como si fueran de hilo. Entonces, muy cerca de él, vio tirada en el suelo una quijada de asno y la cogió. Con ella derrotó a los más de mil filisteos que se enfrentaron a él. Y durante veinte años actuó como juez en Israel. 

4.  Prisión y muerte de Sansón. Jueces 16, 4-31
Todos los filisteos querían saber de dónde le venía a Sansón su extraordinaria fuerza. Por eso, cuando supieron que Sansón estaba enamorado de una mujer filistea llamada Dalila, le dijeron:
—  Dalila, averigua de dónde viene su fuerza y te daremos cada uno mil cien monedas de plata. 
Dalila preguntó a Sansón una y otra vez cuál era el secreto de su fuerza, hasta que él le dijo:
—  Desde que nací, nunca me han cortado el pelo, porque estoy consagrado a Dios. Si me cortasen el pelo, perdería toda mi fuerza.
Dalila aprovechó que Sansón dormía para cortarle el pelo. Cuando llegaron los filisteos a apresarlo y Sansón se despertó, había perdido su fuerza. Los filisteos lo dejaron ciego y, tiempo después, lo llevaron a una fiesta para que todo el mundo se riera de él. Sansón, pidió a Dios que le volviese a dar tanta fuerza como antes por última vez y Dios le escuchó. Recobrado ya, pidió a un muchacho que le llevaba de la mano que le dejará acercarse a las columnas que sostenían el edificio.
Entonces, se apoyó con tal fuerza en las columnas que todo el edificio se derrumbó. Bajo sus ruinas murieron Sansón y todos lo que estaban en el edificio.

Los muertos que dejó al morir fueron más que los que había matado en vida.

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